martes, 13 de septiembre de 2011

Restaurante “El fogón de Trifón” (Madrid)

fachadaRestaurante “El fogón de Trifón” (Madrid). Hay algunos restaurantes con los que uno está tentado de no comentar absolutamente nada para que queden para el disfrute personal, es el caso del Fogón de Trifón, me da un poco de rabia compartir esta maravilla con mucha gente por miedo a que sus mesas se abarroten (más de lo que están) y que sea imposible reservar si no es con un buen soborno a su propietario o se tiene la paciencia de esperar varios días.Este restaurante es el fruto del buen hacer de su propietario Trifón, un personaje al que hay que conocer mezcla de “saber hacer” “mano izquierda” “profesionalidad” y “buen rollo”, da igual que no lo conozcas, a los diez minutos Trifón ya te llamará en diminutivo y te dará la impresión de que lo conoces de toda la vida.
                                                                                                                   Si a esto le sumamos que se ha rodeado de un gran equipo y que elige la “materia prima” con un gusto exquisito da un resultado espectacular. Sus platos rememoran los viejos tiempos donde los tomates sabían a tomate y las anchoas venían de Cantabria, una época perdida pero que en Trifón es posible revivirla. Yo pude degustar bastantes platos porque en vez de pedir un segundo plato decidimos “liarnos a picoteo” y por la mesa empezaron a desfilar una serie de “delicatessen” dignas de un palacete.

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La ensalada de tomate “pata negra” con anchoas de Cantabria, las croquetas de morcilla (crujientes por fuera y líquidas por dentro) o de jamón (como las cocinaba mi abuela), unos huevos poché con setas (homenajeando a Abraham García) y bañados con trufa fresca o un salpicón con garbanzos y mariscos (tocaba ese día) que hacía saltar las lágrimas del más valiente.

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Restaurante “El fogón de Trifón” (Madrid). Los segundos platos fueron desfilando ante ya el aplauso generalizado que recibió con gran algarada a sus famoso callos a la madrileña (de diez) el rabo de toro al vino tinto (que Trifón te deshuesa con todo cariño) o unas mollejas a la plancha que el propietario probó delante nuestro para comprobar el género.
Si encima eres amante de los buenos caldos Trifón te los servirá y te dará una buena charlita sobre denominación, tipo de uva, etc. ¿El postre? Ya el cuerpo no daba para más y degustamos una tarta de queso que quitaba el sentido y un platito de queso con membrillo que nos vino ideal para terminar el vinito.

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Lo dicho, espero que este reportaje no lo lea mucha gente y pueda seguir disfrutando de este local y de mi mesa “Vip naranja, vip cristal” del que ya considero más que amigo… ¡Hermano!. Redacción de Alberto Granados.

Para mayor información o reservación visita su web oficial:  http://www.elfogondetrifon.com/

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